"Silencio" por Jorge Rubio

"No One Hears" por BitterGrapes

El silencio es perturbador. Te recuerda el oscuro aliento de la tumba, ese mismo que debe sentirse cuando uno yace en el fondo de la tierra. El silencio puede volverte loco, pues comienzas a escuchar las voces que viven en tu cerebro y, digámoslo con todas sus letras, los habitantes de ese sitio no son entes amistosos. Al menor descuido te atacan y tu alma se doblega hasta arrodillarte y gritar. Romper el silencio. Agrietarlo con el ruido de tus dientes y luego escupirlo sangrante de tormentoso estruendo. Agujerearlo de sonido hasta la muerte, que también trae silencio en su ADN.

 El silencio es indiferente. Te da la espalda en el momento menos esperado y vuelve a ti de improviso. El silencio es misterioso, lleno de lapsus angustiosos, desbordando suspenso, ajustando tus miedos, poniéndote más sigiloso. Alerta, algo se agudiza en tu cuerpo. Los sentidos al poder. El silencio los alimenta y te convierte en un ser salvaje, animal, sediento de carne cruda, sangre caliente corriendo por tu pecho y el olor a la putrefacción que se asoma, tímida, mirando de lejos, esperando su paso a la acción.

El silencio es frágil. Se rompe con el solo soplido del viento, con el suspiro de una musa, con la caída de un alfiler. El silencio es una delgada capa transparente fácil de violar, de rasgarla como una tela delicada, inocente, virgen y hacerla dama, mujer, amante y hermana. Termina convertida en tu compañera, como una manta de mudez que no para de hacerte el sordomudo, mientras, en secreto, intentas desatar el grito enredado en tu pecho, ese grito que, finalmente, nadie escuchará.