martes, 22 de mayo de 2012

"Puerta" por Doctor Blood


"Close the Door" by ~Buszujacy-w-zbozu
        Cada cierto tiempo la puerta de la casa que daba al patio crujía sin razón aparente. La joven dueña de la vieja casona recibida de herencia de su abuela ya estaba acostumbrada al continuo sonido. Día y noche, invierno y verano, siempre la puerta del patio crujía y crujía; no importaba que estuviera abierta o cerrada, la puerta jamás dejaba de crujir.
         Su abuela, quien edificó esa casona en un terreno a su vez heredado de su propia abuela, era una mujer extraña. Dueña de conocimientos pasados de boca en boca por varias generaciones. Era una especie de guardiana de toda esa información que, más que nada, conformaba principalmente una suma de secretos incontables acerca de las familias de la ciudad. Su casa era un enclave soñado para historiadores y trovadores, quienes luego de conversar una tarde entera con la sabia mujer, tomando mate amargo, salían maravillados de todo lo que la abuela sabía acerca de lo que le preguntaran. Lo único que la mujer jamás revelaba era su fuente: si alguien se atrevía a preguntar por ello la mujer se sumía en un mutismo que obligaba a sus interlocutores a abandonar la casa y no volver nunca más. La abuela era en general una mujer feliz de la vida salvo por un detalle: su hija, la llamada a heredar todo, no se interesó nunca por nada de su madre. Así, cuando creció su nieta y mostró un interés sincero por ella, encontró a quien legar su mente.
         La niña tenía libertad absoluta en la casa de la abuela, no había lugar vedado ni pregunta no respondida. Cuando cumplió los quince, y presa de la curiosidad propia de una chica de su edad y de la influencia de las historias escuchadas, le preguntó a la matriarca de dónde salía todo lo que sabía, a ver qué pasaba. Para su sorpresa su abuela no se enojó, sino que la llevó al fondo del patio y le mostró la raíz de la vieja higuera. Ahí le explicó que estaba enterrado el cuerpo de una vieja bruja, quemada hacía ya trescientos años, y que era la fuente de toda sabiduría en la familia. También le hizo una advertencia: toda la casa estaba hecha de modo tal de contener el alma de la bruja en su lugar. Si algo de la estructura de la casa salía de sitio, las consecuencias serían insospechadas. Entendiendo apenas la mitad de lo que escuchó, no le dio mayor importancia y siguió haciendo su vida.
         Cuando la sabia mujer murió, dejó de herencia la casona a su nieta, convencida de haber hecho bien su trabajo y haber escogido adecuadamente a la depositaria de su sabiduría. La joven lloró la muerte de la abuela que la crió desde los diez años hasta su muerte, cuando ella acababa de cumplir veintidós. Pese a la pena sabía que debía honrar su memoria manteniendo la tradición familiar abandonada por su madre; así, se dispuso a ver cómo podría hacerse cargo de tamaña tarea.
         Cada cierto tiempo la puerta de la casa que daba al patio crujía sin razón aparente. La joven ya estaba aburrida de ese sonido continuo de la vieja y desvencijada puerta de color madera algo rojizo. A sabiendas que no podía sacar nada de la estructura de la casa, creyó dar con el origen de los crujidos: los tornillos que unían las bisagras a la madera estaban sueltos, producto de las décadas de apertura y cierre de la vieja puerta. Para no cambiar la vieja hoja de madera ni las bisagras, decidió sacar los tornillos y poner algún tarugo para rellenar y recolocar los soportes, para que así siguiera la puerta en su lugar y despareciera el ruido para siempre. En cuanto terminó de soltar el último tornillo y de desmontar la puerta, un crujido enorme partió la madera por la mitad: el gran escudo de canelo consagrado había sido removido, dejando escapar el espíritu de la bruja, quien capturó el alma de la muchacha y la enterró debajo de la higuera, apoderándose del cuerpo de la descendiente de la machi que la había encarcelado por trescientos años. Con ese nuevo cuerpo podría llevar a cabo su venganza, luego de quemar la puerta y fundir los tornillos y bisagras para rehacer la daga ceremonial que se había usado para su fabricación, y que ahora sí lograría su cometido: acabar con todos los brujos mapuche y dejar el camino libre para ser reemplazados por brujos del mal. La batalla por la tierra había empezado, y una de sus guerreras yacía encerrada bajo una higuera por culpa del crujido de una puerta.  

5 comentarios:

  1. Me gusto harto la idea, pero no tanto la forma. El Dr. Blood no es un mal escritor, pero siento que sus narraciones son demasiado apresuradas, y en ese apuro la redacción a veces se vuelve un tanto confusa. Creo que si tuviera que recurrir a una palabra, diría que lo que le falta a este relato es "Atmósfera", es decir, que se sienta la antiguedad de la casa y el mal que habita en ella. La parte final da para algo mucho más elaborado: el horror que debe inspirar la presencia de esta bruja, la angustia de la joven enterrada, etc. Creo que proyectar estas sensaciones en el lector es lo más importante en un escritor de terror.

    Ese es mi aporte,

    Saludos.

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  2. Cierto. De hecho soy extremista, o es cuento corto o es novela, nada de términos medios.

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  3. Fraterno Dracon Saccis25 de mayo de 2012, 10:39

    Coincido con Kensan, la idea es bastante buena, pero creo que le faltó desarrollo.
    Me gusta el uso de objetos de poder, siempre tienen un dejo de añoranza. Bueno, y este relato en específico me recuerda en algo a "La Conquista Mágica de América" y "Kalfukura" de Baradit, aunque claro, con el toque de Blood.
    Buen relato de todas formas.

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  4. Esto es un complot, me quieren obligar a extender mis relatos. Veremos quién es más porfiado...

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  5. Aldo Astete Cuadra1 de junio de 2012, 11:20

    En realidad es muy abrupto el final, demasiado pretensioso en relación al resto del relato.

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