miércoles, 19 de septiembre de 2012

"Disequilibrium" por Fraterno Dracon Saccis

Calne Ca by Aogachou


También puedes escuchar en formato audio cuento aquí [22:50].

Salieron del hiperespacio a unos dos millones de kilómetros de la tierra, o al menos, eso era lo programado.

Apenas se activaron los visores panorámicos, notaron que algo estaba mal. 

Qué todo estaba mal.

Las estrellas que deberían recibirlos no estaban en ninguna parte. De hecho, apenas se divisaban un par de pálidos puntos imposibles de identificar. Antes de que el Capitán Herskdres diese siquiera la orden de comenzar el análisis espectral de los débiles rayos recibidos, la nave prorrumpió en alarmas a lo largo y ancho de su estructura,

DESCENSO DE TEMPERATURA DRAMÁTICO.
FUNCIONES ESTABLECIDAS EN  NIVELES MÍNIMOS DE CONSUMO ENERGÉTICO.


El resto de la tripulación del Equilibrium, que aún no se enteraba de la falla en el salto, corrió hasta la cabina de mando. Cuando se les informó sobre la situación, el primero en manifestar su incredulidad fue Ardiium, el jefe de mecánicos.

—No hay ninguna forma en que esta nave fallase en su destino. Es obvio que la trayectoria fue saboteada...

—Fue lo primero que sospechamos —interrumpió el Capitán Herskdres—, pero se comprobó, sin ninguna duda, que las coordenadas establecidas fueron las correctas y que en ningún momento se modificaron. Ustedes saben —ahora dirigiéndose al medio centenar de tripulantes que lo miraba, algunos con expectación, otros, que entendían las implicaciones de su situación, intentando disimular su terror—  que eso es imposible. Sólo con mi  autorización ingresando un código, mientras me es realizada una lectura de retina y un monitoreo de ondas vitales, es factible realizar modificaciones de la ruta. Tampoco se ha registrado fallas sistémicas ni en los componentes electrónicos ni en los biológicos de la nave. En resumen, no tenemos ninguna explicación plausible para este fallo. Simplemente "aparecimos" en este cuadrante hasta el momento desconocido. Para todos los registros del Equilibrium, estamos de camino a la Tierra, en disminución de velocidad.

Antes de que la tripulación se interesase demasiado en el desolado paisaje estelar, Herskdres desactivó los visores panorámicos, y los conminó a retirarse a sus cubículos a la espera del anuncio del próximo salto. 


Lo que no les dijo es que no estaba seguro de si podría hacer otro salto. Mucho menos tenía claro si de llegar a lograrlo, la nave los llevaría a su sistema natal, o a otro confín más alejado del núcleo galáctico.

Cuando se disponía a reunirse con sus oficiales, uno de los cadetes que hacían su primer viaje se le acercó con timidez.

—Capitán, quisiera tener una palabra con usted.


—Hable entonces.


—Preferiría que fuese... —miró al rededor a los tripulantes que esperaban reuinirse— sólo de su conocimiento, de momento.


Herskdres meditó un segundo, sopesando si atender la petición del cadete, o darle una reprimenda por su insolencia. Finalmente se dirigió a los oficiales.


—Retírense a sus cubículos y nos reuniremos en mi cámara en veinte minutos.


Cuando quedaron a solas, el cadete comenzó a hablar atropelladamente.


—No es mi intención darle algún tipo de cátedra, Capitán, pero hay algo muy grave que no se ha hecho ver.


—Continúe.


—Si bien en el vacío no existe la temperatura, en la radiación que viaja por el espacio se registra un mínimo de 2,7°K, desde digamos... unos catorce mil millones de años...

—Tiene razón —interrumpió molesto el Capitán, no necesito ninguna cátedra de física cadete...


—Maladron, Señor.


—Prosiga Maladron, a dónde quiere llegar. 


—Que la temperatura que registra el casco exterior del Equilibrium es imposible. La r
adiación de fondo de microondas no permite que se llegue, ni mucho menos baje del cero absoluto, lo que nos pondría en dos situaciones totalmente ilógicas: primero, que estuviésemos en otro universo, donde la temperatura de la radiación sí pudiese llegar a esos niveles; segundo...


—Que estuviésemos en un momento del tiempo donde la radiación resultante del Big Bang se hubiese agotado... pero eso es imposible cadete. Debe haber otra explicación.


—Lo mismo creo, señor. O quiero creer.


—¿Desea agregar algo más cadete Maladron?

—No, señor. Bueno, sí. Preferiría que no me mencionara a la hora de difundir esta información, si es que decide compartirla, claro. No me gusta llamar mucho la atención.


—Pierda cuidado, lo mantendré en reserva. Puede retirarse cadete.


Herkdres jamás reconocería que una observación tan obvia había provenido de un tripulante de tan bajo rango.



El Capitán del Equilibrium avanzó a través de los pasillos mal iluminados por el ahorro de energía, en dirección a su cámara, donde debería estar esperando, además de los oficiales, un informe con todos los posibles datos que pudieran dar alguna pista de su ubicación, así como las condiciones que presentaba la nave para realizar un nuevo salto. 

Cuando entró a la habitación, se sorprendió al encontrar además del personal convocado, a la doctora Belidia, encargada de la sección biológica de la nave; y al jefe de mecánicos Ardiium. La mujer se adelantó y sin esperar ser consultada, expuso directamente la emergencia que se estaba presentando.

—El casco está siendo perforado.

—¿A qué se refiere con eso doctora? No hay nada a cientos, a miles de millones de kilómetros de nuestra posición que pueda invadirnos.

—Yo no he dicho eso, señor Herskdres —la doctora siempre usaba un tono altanero, haciendo notar que no era ningún militar que pudiese ser tratado como subalterno—. De hecho, las perforaciones están siendo realizadas por la criatura.

—La sección biológica jamás hace eso, doctora —Herskdres detestaba que llamasen de esa forma al componente orgánico. Para él era como si insinuaran que navegaban en una especie de mascota—. ¿Qué tiene que decir usted, Ardiium?

El jefe de mecánicos se secó el sudor de las manos en el overol y extendió el monitor al Capitán, ahorrándose cualquier opinión personal, o imposibilitado de hablar ante el terror que sentía luego de ver lo que captaban las cámaras exteriores. 

Los focos iluminaron las protuberancias que salían en las distintas grietas del casco. La primera impresión que tuvo Herskdres, fue que a su nave le estaban saliendo tentáculos.

—Si esto es una broma me parece de muy mal gusto —para corroborar su hipótesis, presionó los controles de la cámara para que se dirigieran a la ventana de la habitación donde se encontraban todos, la única aparte de la cabina mando que tenía ese lujo.


Ahí estaba él con la pantalla en las manos, rodeado de sus aterrados subalternos.


—Señor Herskdres, como ha de saber, cuando se encontró a la primera de las criaturas, su forma natural poseía infinidad de tentáculos, de los cuales jamás se logró dilucidar su utilidad en seres que vivieran en el vacío del espacio, en un estado de muerte-sueño, como denominó el...


—Señorita Belidia, por favor... —intentó interrumpir el Capitán, pero la doctora continuó con su perorata.


—...y fue con el paso de siglos de experimentación en distintos niveles de presión y temperatura que sus extensiones finalmente se atrofiaron...


—¡Doctora! —Herskdres estaba harto de que apareciera gente al paso dictando simposios— Me parece que no viene al caso esta charla de historia espacio náutica. Necesito soluciones. Ardiium ¿Puede reparar las grietas mientras se evalúan los daños?


—Creo que puedo enviar un equipo, o más bien yo mismo lo comandaré.


—Señor Herskdres, esto no es tan simple como soldar... —y la doctora Belidia guardó silencio al fin, con el cráneo perforado por un tentáculo proveniente del techo.


Herskdres entonces se encontró con todos sus oficiales coronados también por los apéndices que surgían de la estructura superior de su cámara. Los agujeros desde donde provenían se unieron por una telaraña de grietas. 


Un último tentáculo se lanzó a la caza del Capitán del Equilibrium 


Herskdres trastabilló y calló, esquivando por accidente el ataque. Aún incrédulo, mirando con horror como los cuerpos se balanceaban en contorsiones y espasmos, se arrastró hacia la puerta que se abrió apenas percibió su movimiento. En el pasillo la situación no era mejor. Las paredes se desquebrajaban ante la acción de los apéndices de la sección biológica, que crecían y se multiplicaban, apretujándose y reduciendo los espacios por donde se podría escabullir. Entre dos columnas de carne palpitante, encontró una ranura. Se lanzó para llegar a la escalera que descendía a los camarotes de los cadetes.


Los jóvenes colgaban con sus cráneos perforados. Sus rostros convulsionados babeaban, con la mirada perdida en algún lugar tras sus párpados semi abiertos. 


Giró para volver sobre sus pasos, encontrándose con que los tentáculos habían crecido en número y tamaño, entrelazándose formando columnas tan juntas entre sí que parecían una muralla. Sólo pudo avanzar entre los cuerpos de los cadetes que se balanceaban, y que mantenían ocupados a los tentáculos de esa zona. Para alcanzar la sala de controles donde estaba el único armamento de la nave, tendría que cruzar los cubículos de los cadetes hasta llegar al pasillo semicircular de babor. 

En un rincón del cuarto, acurrucado, se encontraba el cadete Maladron. Herskdres creyó que estaría tiritando, pálido y aterrado en su escondrijo, pero se encontró con un rostro fascinado, que casi ni se percató, o ignoró la aparición de su superior. Observada con una especie de deleite el intrincado baile de tentáculos que mecía a sus compañeros. Con el dedo seguía los diseños de las grietas y sonreía asintiendo, como si estuviese descifrando algún interesante jeroglífico.

—Son los ángulos, Capitán —Herskdres se sobresaltó al escuchar el susurro de Maladron—. Fíjese, provienen de los rincones donde se forman ángulos rectos, como ahí... y allí —dijo señalando las dos esquinas opuestas de la sala de cubículos—. Y si se fija, no hay ninguna grieta ni tentáculo en esa zona, donde están los extractores de aire.

Efectivamente, allí donde se formaba una curva con la rejilla del aparato de ventilación, no había presencia de las protuberancias. El Capitán se percató también, que la esquina donde estaba Maladron era claramente un ángulo recto. También se fijo que por la nuca del cadete, entraba un delgado tentáculo. Resistió el impulso de estrangularlo, y rogó porque el muchacho tuviese razón en su delirio. Si era cierto lo de los ángulos, tendría alguna chance de abrirse camino hasta el cuarto de mando. Continuó su camino al la zona de babor, alcanzando al fin la puerta.

Al traspasar el umbral, con un golpe certero, uno de los tentáculos ingresó por su cráneo hasta el cerebro y envió las señales eléctricas que reemplazaron su actividad.


     La criatura se comunicó con los miembros de la tripulación de la nave, unidos por la red de apéndices. Su mensaje no llegaba en forma de palabras, sino como ideas, en el idioma en que se evocan los recuerdos traídos por una música, o un recién nacido reconociendo los latidos de su madre al posar el oído en su pecho.


"Están lejos, muy lejos del suspiro al que llaman su era, en el fin de esta línea, donde los seres sintientes tendrán su punto de reunión en la implosión de las esferas del tiempo."


La red neuronal que se había formado con los ocupantes de la nave aumentó la potencia de su sinapsis cuando los tentáculos extendieron su acción del cerebro al resto de las células. Ya no sólo eran huéspedes, estaban tomando el control definitivo de los individuos.


"Pero a pesar de lo insignificante de su civilización en el tiempo lineal, esta pequeñez es compensada por la trascendencia de su pensamiento abstracto, o al menos en algunos especímenes de su raza. No son pocas las especies que han llegado a esta capacidad, pero es la vuestra la que contiene ese equilibrio de elevación y primitiva idiotez que sirve a nuestro propósito. Es en aquellas zonas, existentes en su subconsciente pero ausentes en su realidad inmediata, zonas más allá de la materia; donde reside nuestra especie."

Luego de apoderarse de la tripulación, la criatura hizo una evaluación sensocrítica de cada individuo, seleccionando los más aptos para formar los entes/eje del microsistema. Dichos ejes fueron eviscerados y deshuesados para optimizar su receptividad y emisión, reemplazando su sistema oseo y neurológico por componentes del Equlibrium. Algunas de las carcasas que estaban siendo viviseccionadas, eran las de la doctora Belidia y del cadete Maladron.


"Así que nuestra llegada está preparada para alcanzar su expansión en pleno, luego de una segunda etapa de decadencia del pensamiento, donde las raíces de nuestra existencia puedan ser ocultas con profundidad en su inconsciente colectivo."


Una vez preparados los entes/eje, la nave realizó un salto a la esfera donde la raza de la criatura esperaba cosechar su siembra. Abordó el Equilibrium un ente/colmena distribuyendo su ser por la red neuronal de la nave, estableciendo las proporciones mayores de su existencia.


Una vez arraigado el endoparasitismo, la nave/criatura realizó un salto de regreso al borde del tiempo donde se había liberado de su sopor autoinducido, sólo para regresar a este sueño/muerte en el que fue abandonada estratégicamente, en el espacio y el tiempo exactos para ser encontrada por la vanguardia de exploración espacial humana. Fue la primera de una serie de hallazgos de criaturas, todas en sueño/muerte, encerradas en aquellos cuerpos diseñados para tentar al hambre de conocimiento y a la ilimitada ambición del hombre. Solo fue cuestión de seguir esperando para que lograsen sacar provecho de estas informes bestias del vacío.


De regreso al sopor, también regresaron a la conciencia todos los tripulantes del Equilibrium. Indemnes, ignorantes de su cambio, ausentes de la concreción de una ceremonia más allá de su comprensión e incumbencia. Sólo tendrían una extraña sensación de haber olvidado algo importante, no muy distinta a la que experimentan después de cada salto. El capitán Herskdres se encontró al mando de su nave saliendo del hiperespacio, a menos de dos millones de kilómetros de la Tierra, y disminuyendo velocidad.


Un pasajero extra llegaba en cada individuo y en la nave misma, listo para desplegarse sobre el mundo, sus habitantes, su presente, pasado y futuro; incrustado como garrapata, compartiendo aquel profundo, húmedo y oscuro rincón que habitan los instintos más básicos y los terrores primitivos.


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