miércoles, 27 de noviembre de 2013

"La Horrenda Efigie del Dios Necrófago" Por Pablo Espinoza Bardi

 
Ilustración por All Gore
«…Al recobrar más tarde la consciencia, se encuentra a sí mismo encadenado
junto a la maligna sima, inhalando los humos que le hacen olvidar
 su pasado humano en un loco, primigenio delirio».
El oráculo de Sadoqua – Clark Ashton Smith

El inusual sueño comienza en el subsuelo de una oscura caverna. Estoy encadenado a un tosco madero y rodeado de cráneos, huesos y  sahumerios de corrosivas características…
Mi vista se va nublando con irritantes lágrimas producto del humo y mis sentidos se abren hacia una nueva dimensión.

Las brujas, hechiceros y campesinos de la comarca, los cuales tenían la marca del «Innombrable» tallada en la frente, deseaban fervorosos unirse una vez más a su repulsivo Dios.
Ellos danzan en la más abominable de las lujurias primigenias. Danzando con desenfrenado regocijo sobre cuerpos desmembrados, formando una sola masa, la que se mezcla en una necrótica y pagana orgía. Todo esto bajo la fría mirada de la titánica efigie del «Dios Necrófago», en la cual, el rojizo fuego de las antorchas resaltaba aún más su horrendo aspecto.

jueves, 21 de noviembre de 2013

"Funesta Luz" por Patricio Alfonso

Ilustración por Alex Olivares


“Gorgo, Mormo, thousand-faced moon, look favourably on our sacrifices”
H.P. Lovecraft


El fin del mundo vendrá cuando eclosione la luna. Porque la luna es un huevo. Cuando el huevo que ahora es la luna fue puesto, era pequeño. Pequeño en relación con su tamaño actual, pequeño comparado con la criatura que lo puso y - por supuesto - comparado con el universo (Sigue siendo pequeño comparado con el universo) El lugar de la puesta fue el espacio sideral, en una zona por cierto desconocida que es la morada de criaturas abismales. Y si es cierto que resulta mejor no describir a dichas criaturas, no lo es menos que una de ellas es la madre de la luna. Así se la puede denominar con toda propiedad, pues fue la que puso el huevo.

Merced a un mecanismo inherente a su propia biología interna, el huevo no permaneció en el lugar de la puesta sino que se desplazó. Su desplazamiento no fue poca cosa, puesto que implicó cantidades astronómicas (nunca tan bien dicho) de tiempo y espacio. Durante su recorrido, el huevo fue creciendo, y cuando fue capturado por la órbita del planeta que nosotros llamamos Tierra, si bien no tenía su talla actual, era más grande que en el momento de la puesta.

martes, 12 de noviembre de 2013

"Encuentro en el Parque" Por Michael Rivera Marín


Sé que no soy el mejor padre del mundo, ni siquiera soy el que deseé ser cuando aún era pequeño, pero de todas formas no merezco una vida así. No tengo recuerdos de vidas anteriores, ni me he interesado en las de los demás, pero sé que no existe persona alguna con sufrimiento semejante al mío.
Tengo suerte de haber encontrado esta parada de micros para sentarme a descansar. El lugar no es muy reconfortante para alejar esta pena que oprime mi pecho, pero no importa, ellos no tardan en llegar. Todo está sumergido en la marea oscura traída por la luna menguante y el poste sin foco.
Una micro se detiene frente a mí abriendo la puerta, el obeso chofer me da una mirada de pies a cabeza y la cierra, continúa su camino, mientras yo sigo esperando recordar los tristes hechos antes de olvidarlos por culpa de mi mala memoria.
Alrededor de las cinco de la tarde recibí una llamada a mi celular. Era mi ex esposa según dijo, ya que su voz no la reconocí. Salí del cine para poder hablar tranquilamente con ella y no importunar al público que veía la película. Quería pedirme que nos reuniéramos en la plaza cercana a nuestra antigua casa para dejarme estar con Marcial, mi hijo, pues desde hacía varios meses que no lo veía ni tenía noticias suyas.
Di vueltas durante horas antes de llegar donde acordamos juntarnos. Las calles me eran irreconocibles, a pesar de eso continué mi caminar hasta que hallé la plaza donde vería a mi hijo.
El parque ha cambiado mucho: los asientos blancos ahora tienen un oscuro color verde, los árboles pequeños fueron cambiados por otros altos y frondosos, los antiguos juegos para los niños ahora eran de metal bien pintado –no esa madera roída y descolorida–. Inclusive la gente había cambiado, parecían ser más adinerados, pues desde mi asiento distante al jolgorio infantil y a la pasión juvenil pude ver los autos que se estacionaban en la calle del frente para dejar libres a los niños ansiosos de diversión.
La hora pactada ya había expirado –al igual que mi paciencia–, cuando un niño, que distraídamente se columpiaba, se soltó yendo a parar sobre unos balancines.

jueves, 7 de noviembre de 2013

"Jeffrey Dahmer" por Ana Oyanadel y Fraterno Dracon Saccis

Jeffrey Dahmer por Ana Oyanadel


Restaurante 213
Por Fraterno Dracon Saccis


En mi palma, pequeña criatura
Tu vida se apaga
Mi corazón se enciende
Los ojos vidriosos, ausentes

La garganta perlada de rubí
Las alas apuntando a la tierra
Se escurre entre mis dedos
Pero antes que toque el follaje
Las pesuñas surcando el suelo
Traen un lustroso pelaje
Lo abrazo con fuerza
Tanta, que nos fundimos
Al  separarnos su sangre me besa
Pero me niego a corresponderlo

Por ahora, al menos…