Ilustración por Visceral.
¿Qué
es uno menos?
¿Qué
significa una persona menos en la faz del planeta?
Ted
Bundy
Para
mí, un cadáver tiene una belleza y una dignidad que ningún cuerpo
con
vida puede alcanzar jamás. Hay una calma en la muerte que me
tranquiliza.
John
R. Christie
Uno
de los retorcidos pasatiempos de Norman González, consistía en
coleccionar animales muertos. Los metía en un costal y se los
llevaba para su casa. En aquel tiempo su madre tenía algunos meses
de fallecida y su padre había desaparecido en misteriosas
circunstancias en un período similar de tiempo.
Su
figura lánguida y miserable no pasaba desapercibida para la gente
del barrio; de hecho, molestaba a la mayoría cuando éste se paseaba
con cierto aire de grandeza por el lugar… hurgando en la basura y,
a veces, comiendo de ella.
En
una ocasión, a las afueras del mercado, se ganaría el total
descontento de la comunidad. Norman le hablaba a un perro que estaba
totalmente agusanado, posiblemente arrollado por algún vehículo en
la carretera. De rodillas frente a él, amontonaba y hurgueteaba las
vísceras que estaban regadas en el camino. Norman hablaba con la
propiedad digna de un extraviado mental, frente a la perturbada y
asqueada mirada de los transeúntes.
A veces (y sólo a veces) me detengo
frente al cadáver de un perro / o de cualquier otro animal / pero me
inclino por los perros / pues sus interiores siguen siendo jugosos
después de días / a diferencia de un animal pequeño / entonces a
veces (y sólo a veces) introduzco mis manos abriendo a la fuerza el
estómago henchido / y remuevo las tripas y la sangre coagulada y los
gusanos / y a veces (y sólo a veces) me llevo las manos empapadas a
mi cara / y termino impregnado de sus caldos / y las pulgas saltan
hacia mí enloquecidas y succionan mi sangre con fuerza ya que la
sangre muerta no los satisface / entonces a veces (y sólo a veces)
la gente piensa que mis actos tienen un fin de tipo sexual / pero yo
me río señores claro que sí yo me río / pues para mí tiene un
trasfondo superior / pues para mí es tan sólo “asimilación”.
Su
padre pertenecía a una pequeña congregación religiosa de la cual
fue uno de sus pastores. Lo expulsaron cuando su adicción al alcohol
se hizo notoria e irreversible. Su esposa era la que más sufría. Si
bien reflejaba un cierto retraso mental, ésta guardaba con profundo
silencio los años de abusos físicos y psicológicos cometidos por
su marido; incluso se decía que éste abusaba sexualmente del
pequeño Norman frente a sus ojos.
Pasar de animales muertos a vivos me
hizo sentir poderoso / me hacía sentir… divino / el primero fue un
gato / lo recuerdo bien / se lo quité a una niña de la población /
lloró mucho / entonces en frente de ella le machaqué la cabeza con
un martillo / y al verla llorar y gritar de horror mi corazón se
aceleró / y también se aceleró al ver toda esa sangre caliente
saliendo de las hendiduras del animal / salpicando mi ropa y la
vereda: “ni se te ocurra decirles a tus padres sobre esto, pequeña
putita… o juro que te pasará lo mismo” / sí, eso dije / y en
aquel momento me sentí poderoso /…divino / el segundo fue una
gallina que obtuve del patio de una vecina / me llevé su cabeza a la
boca y se la arranqué de cuajo / para entonces estaba eufórico / en
éxtasis / levanté la gallina y bailé bajo la sangre / ya nadie
podía detenerme / …el resto es historia.
La
enfermedad de su madre marcaría para siempre la vida del joven
Norman. La religión que profesaba su padre no aceptaba la cura de
enfermedades por medio de la medicina, sino que creía en la sanación
milagrosa por medio de la fe, a través de rezos y plegarias. La
necrosis había avanzado demasiado para entonces. El pus y la fetidez
manaban como una interminable gotera de cañerías agripadas. Norman
González sólo aguardaba frustrado como la vida de su madre era
consumida por la fiebre y la pestilente negrura que poco a poco la
cubría. Dios no estaba allí y las plegarias no serían escuchadas…
en tanto, su padre le alimentaba la cabeza con su alcoholizada
demencia: “Dios no está aquí, ya no hay nada que hacer… tu
madre está condenada”, era lo único que repetía.
Así es / debo admitir que quise
experimentar con algo nuevo / pues mis animales poseen poca fuerza
espiritual / entonces necesitaba algo más grande / entonces debo
admitir que el primero que invité a mi casa fue un niño que paseaba
por el vecindario / sí, confieso que he sido yo / lo arrastré
escaleras abajo y lo rajé y lo corté en pedazos y no tuve
remordimientos / y sin saber medicina ni ser cirujano saqué de su
cuerpo cosas que nunca me hubiese imaginado / le hice cosas horribles
/ cosas que no vale la pena mencionar / pues su cuerpo ya me
pertenecía / y lo terminé de asimilar en un par de horas / su
cabecita clavada en una estaca lucía magnífica en la sala
principal.
† † †
¿Pero
cómo llegaste acá, Norman, lo recuerdas?
¿Recuerdas
qué sucedió?
¡Dímelo
de una vez!
† † †
La
policía llegó a su casa y se encontraron con el terrible cuadro.
Animales desollados, tripas, sangre, trozos de carne putrefacta y
millares de gusanos que pululaban en las paredes. En el patio se
encontraban algunos cadáveres sin enterrar; se presume que bajo la
tierra haya más. Una monstruosa nube de moscas decoraba las paredes
de toda la casa, como si fuese una depravada y excéntrica obra de
arte. En el living, el cadáver de su madre sentada frente a la
ventana, en un mediocre estado de conservación.
Algunos
de los policías no aguantaron y expulsaron su apresurado desayuno.
Otros se tomaban la cabeza como si perdiesen la razón y el resto se
persignaba y oraba en voz baja. El más débil del escuadrón perdió
el conocimiento debido al ácido hedor, cayendo de cara en un viscoso
charco de podredumbre animal.
A muchos desollé / a muchos ultimé
con fría determinación / todos tenemos un camino que seguir /
animales / humanos / qué más da / todos se componen de lo mismo /
todos tenemos un camino que seguir, como te he dicho / y la casa /
¡ay! la casa / ahora está viva / pues a veces siento que las
paredes palpitan dotadas de una vida no-natural / también sollozan y
hablan y me dicen cosas / las cuales no nombraré aquí / pues cada
esquina / cada rincón / cada espacio / ha sido cubierto con la carne
/ con la caliente y roja carne…/ todos / absolutamente todos
tenemos un camino que seguir.
El
jefe de policía, ayudándose de un pañuelo, continuó por un
pestilente pasillo atestado de larvas y moscas, hasta toparse con un
misérrimo cuarto, y, en el, se encontraba el terror en su máxima
expresión.
El
jefe de policía cayó de rodillas frente al horrendo fetiche
orgánico, el cual evocó en su mente una perfecta imagen de crueldad
y locura.
Colgado
en la pared se encontraba el cadáver desecado de su padre, invertido
y formando una grotesca equis, con el nuevo testamento clavado en su
mano izquierda y, además, con una profunda sonrisa rajada de oreja a
oreja que mostraba una hilera de dientes amenazantes… como si fuese
un malformado hocico de perro. En la pared se podía leer una leyenda
que citaba:
“Y
el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”
¿Pero sabes? / los “demonios con
forma humana” no contaban con que yo estuviese en todas partes /
no, claro que no / yo soy como un Dios / ¿acaso no te lo dije? /
¡Omnipresente y omnipotente! / pero después de buscar y buscar / el
demonio líder de los demás fijó su vista y me encontró en un
rincón de la habitación / cubierto con la placentera carne /
adoptando mi nueva forma / mi forma divina / … / mi asunción se
había completado para entonces / la asimilación fue todo un éxito
/fue, ¿cómo te lo podría decir? / ...sublime.
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