martes, 5 de agosto de 2014

Editorial: Especial de Lovecraft y más noticias

 Un 20 de agosto de 1890 nacía Howard Phillips Lovecraft, cuya obra ha influenciado de forma directa o indirecta a prácticamente toda la ficción contemporánea. Principalmente en el aspecto estético, pero de una forma más relevante a mi parecer, en la profundidad con que se aborda el terror desde una mirada personal, es decir, explorar los propios miedos, escarbar en la propia mente y sacar los demonios para enfrentarlos y compartir el trauma con el lector. No será el primero en utilizar este rito que para muchos puede ser un exorcismo, o bien una forma de liberar del subconsciente aquello que solo nos visitaba en sueños para que nos atormente en cada espacio que el diario vivir nos deja. Sí es uno de los autores que a fuerza de golpes logra forjar un estilo único para su época y que recién en el último cuarto del siglo XX es explorado masivamente en sus aspectos más filosóficos. El horror cósmico más allá del aspecto visual (donde en los años 80 en el cine tuvo su auge de la mano de directores como Stuart Gordon o John Carpenter), ha tocado una fibra que la comodidad de la fe en un más allá, en una prolongación mística de la vida, protegían: la inmensidad del cosmos, lo inconmensurable del tiempo se cae sobre nuestras cabezas aplastándonos mas no empequeñeciéndonos, si no que mostrándonos la realidad de nuestra diminuta existencia.
Esta faceta y por supuesto la querida galería de monstruos góticos e indescriptibles serán habitantes este mes del especial de Chile del Terror dedicado a la figura de El Sumo Sacerdote Ech Pi El, con textos e ilustraciones tanto de nuestro staff como de nuestros colaboradores más destacados.
Y no solo de Lovecraft viviremos este agosto, ya que además presentamos una nueva venta en verde de Austroarbórea Editores, esta vez proyectando re editar las obras de dos de nuestros escritores: Pablo Espinoza Bardi y su “Necrospectiva”, y Aldo Astete Cuadra y su “Mente Suicida y Otras Muertes”, ambos libros publicados originalmente por Cinosargo Ediciones, y que en esta nueva propuesta buscan asemejarse al formato que nos entregó “Chile del Terror – Una Antología Ilustrada” (de la cual quedan muy pocas copias), formando un corpus fantástico acorde a la línea de Austrobórea.
Así que están invitados a participar en esta preventa adquiriendo por un precio preferencial dos grandes trabajos de horror, además de pasada apoyando un proyecto independiente.

viernes, 18 de julio de 2014

"Dispersión" por Aldo Astete Cuadra













Ilustración por Ana Oyanadel








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He logrado entrar, es sábado y ayer pasó de todo, estoy contenta de estar aquí. La música suena fuerte, mis amigas me hablan, no entiendo nada, el humo de cigarrillo ahoga, me arden los ojos.

Llegamos hasta el borde de la pista, las luces distorsionan los cuerpos. Un vaso en mi mano, lo bebo al seco, la garganta se incendia. Cesa la música y se oye la voz del DJ, las personas corean al unísono “todos alerta, vienen las lanchas”…

Estoy en la pista, bailo sensualmente, unas manos fuertes me tocan, casi me hacen daño. Las luces y el humo me impiden ver el rostro, es más, tengo los parpados cerrados, da lo mismo. Siento un fuerte abrazo que me ahoga, un mordisco sensual al cuello se transforma en dolor punzante, me hace empujarlo.

Se oyen gritos, ya no hay música, logro verlo a la cara, está deforme, ríe y de su boca brotan hilos de sangre que fluyen por su mentón y cuello. Los alaridos son ensordecedores, las personas corren a mi alrededor tropezando, cayendo, me miran espantados. De pronto estoy sola en medio de la pista, envuelta en una densa neblina, siento algo tibio y viscoso salir de mi cuello. Estoy segura que es sangre pero no puedo ver nada, mi respiración se agiganta, no oigo nada más.

Las tinieblas se disipan, mis manos están atadas a un madero, estoy crucificada, la sangre fluye rauda por mi pecho, comienzo a sollozar, a gritar. Algo se quiebra a mi lado, otro sonido de vidrio roto, levanto la cabeza y son cientos de ojos los que me observan con odio, con rabia.

¡Nosotros no somos los culpables, son ustedes asesinos! Oigo una voz a mi costado. Es mi agresor que está en otra cruz, él se voltea y me mira, en realidad mira sobre mí. Vuelvo la cabeza y en el otro costado se encuentra su amigo con la cabeza gacha, desnudo y también crucificado.

viernes, 4 de julio de 2014

"Los Gatos de la Señora Dark" (Segunda Parte - Final) por H. E. Pérez













Ilustracion por All Gore








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Sábado 23 de junio de 1928. “Posada Saint Louis”, Littlecarob. Segundo día de investigación.

Me levanté temprano en la mañana. Sentía un leve dolor de cabeza, pero sin parangón con las fiebres sufridas los días anteriores. En la noche llovió suave, en forma esporádica y, por fin, los malditos gatos no se hicieron presentes sobre mi techo. Tenía mucho ánimo, por lo que me dediqué a arreglar mis apuntes. Tanto afán puse en ello que ni siquiera sentí ganas de almorzar, aunque ya eran más de las dos de la tarde.

Una vez que estuve listo, empaqué mis enseres y salí de la habitación. En el pasillo vi a Stephie, quien me miró sorprendida al verme cargar mis maletas: - ¿Y tú, a dónde vas? – me interrogó con dulzura.

- Me voy – le dije; y sus ojos brillaron -. Aunque sólo de la posada, del pueblo aún no.

- ¿Qué quieres decir?
- Visitaré a esa mujer de la que hablamos anoche – dije con seguridad – y le pediré alojamiento para investigar su historia.

- ¿Qué? ¿Acaso estás loco? – gritó exasperada.

- No, aún no – dije riendo.

- ¡Pero… puede ser peligroso! – dijo mientras aferraba sus tibias manos a las mías.

- ¿Por qué? ¿Temes que me convierta en gato? – dije, burlón. En eso estábamos cuando llegó el señor Joseph.

- Al parecer – dijo sonriente – regresáis a vuestro hogar. Fue una corta pero muy agradable visita, Ernest.

- No se va del pueblo – dijo Stephie, sollozando.

- ¿Entonces? – preguntó el dueño de la posada.

- Voy a la casa de la colina… la vivienda de la que hablamos anoche.

Al señor Joseph se le fueron los colores del rostro al escuchar mis palabras y enmudeció por unos instantes, sin embargo, reaccionó cuando le pagué mi estadía: - ¡Que la suerte os guíe! – díjome. Dio media vuelta y desapareció en la cocina. Entonces, me despedí del resto de los residentes y salí de la pensión. Había caminado un par de metros cuando sentí unos pasos ligeros que me seguían.

- ¡Esperad! – era Stephie -. Te acompañaré hasta la plaza.

Caminamos sin hablar. Llegamos a la intersección de la calle Saint Louis (donde quedaba la pensión) con la Calle Principal (la que atravesaba todo el pueblo). Doblamos a la izquierda y seguimos caminando, en silencio. Rápidamente asomó la calle Father Peter, la cruzamos y de inmediato pusimos pie en la Plazuela General. Allí Stephie despidióse de mí: - ¡Ojalá que vuestro trabajo resulte bien! – díjome con lastimera voz.

- Eso mismo espero yo – le respondí.

- ¡Ten cuidado! Recuerda tus palabras: “los mitos tienen algo de realidad”.

Mi confianza titubeó al escuchar tal comentario. – No os preocupéis – dije -. Espero que esta realidad no sea tan macabra.

martes, 24 de junio de 2014

"Los Gatos de la Señora Dark" (Primera Parte) por H. E. Pérez













Ilustracion por Visceral








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Entonces me precipité hacia el terrible brocal y dirigí una mirada al fondo; el brillo de la bóveda inflamada iluminó sus más recónditas cavidades; pero durante un momento de extravío mi espíritu no pudo explicarse la significación de lo que veía.

(Edgar Allan Poe, El pozo y el péndulo)




Littlecarob es una aldea muy conocida por las oscuras historias que los aldeanos, y la gente que ha conocido el pueblo, cuentan del sector.

Apenas cae la noche del 23 de junio, la famosa Noche de San Juan, los habitantes más jóvenes se reúnen en la plazuela del pueblo, alrededor de la pileta, para contar aquellas misteriosas historias que, de generación en generación, se han narrado desde décadas perdidas. Cuentos aún vigentes de personas ya idas que, gracias a estos relatos, todavía siguen vivas, seduciendo o llenando de temor a quienes oyen estas leyendas.

Tal era la popularidad de estos oscuros relatos que traspasaban no sólo los límites del tiempo, sino que también las distancias territoriales.

¿Cómo me enteré de lo que os estoy contando?... de la siguiente forma: mi maestro, el señor E…, profesor Licenciado en Literatura y Gramática Contemporánea de la Universidad Saint Thomas, nos ofreció a mí y a mis compañeros una cátedra en la que el tema central era la importancia que reviste para la cultura moderna las leyendas populares que se transmiten de voz en voz. Habló de distintos pueblos y civilizaciones y de la trascendencia cognitiva de sus propios mitos. De tal modo terminó su conferencia cuando nos pidió que investigáramos sobre estos asuntos. Así me interesé por estudiar las historias de la lejana, y para mí desconocida, Littlecarob.

Entonces organicé mis enseres y me preparé para dirigirme al lugar en el que se desarrollaría mi trabajo investigativo.
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