lunes, 14 de mayo de 2012

"Después de Aquella Noche" por Aldo Astete Cuadra

"Rabid" por ~rbruneau


¡Mira! La muerte se ha izado un trono
en una extraña y solitaria ciudad
allá lejos…
donde el bueno y el malo
el mejor y el peor
han ido a su reposo eterno.
Edgar Allan Poe


Recuerdo bien aquella monótona tarde de agosto, de tiempo inestable. Las lluvias sucedían al sol y el frío al viento. Pocas personas se veían  en las anegadas calles de Quellón.

Me llamó la atención su caminar descalzo. Nadie transita así por el centro de un pueblo, y menos luego de la lluvia; seguro no estaba en sus cabales. Otro aspecto llamativo era un tatuaje de serpiente que reptaba por su cuello mostrando la bífida lengua cerca de su mandíbula. Caminaba acelerado, como si en algún lado le aguardaran o algo le apremiara. Pasó indiferente por mi lado, fumando a grandes bocanadas, como he visto hacer a los esquizofrénicos. Se detuvo más allá para regresar y situarse a escasos metros de mí.

Recordé haberlo visto ocasionalmente, primero como suplementero del diario “El Insular” y, tiempo después, ebrio y perdido por las calles de Quellón. Tal vez me reconoció, pues me miró fijamente, con los ojos desencajados, como si buscase un pretexto para actuar violentamente. Fingí no percibir su mirada. Mi vista se centró al interior del local de artesanías buscando contacto con la dependienta. Siempre les he temido a los locos, a su fuerza descomunal y a su mínima capacidad de autocontrol. No volví la cabeza, un miedo indescriptible me paralizó. Sentí cómo el humo de su cigarro cubrió todo a mi alrededor, mientras un sudor frío comenzó a brotar como pequeñas gotas en mi frente. Finalmente, se marchó caminando rápidamente en dirección al muelle fiscal. 

 

Por la noche de aquel día de agosto se dio a conocer en los medios de comunicación que el accidente del bus “Cruz del Sur”, en las cercanías de Chonchi, fue provocado por una menor que cursaba sus estudios en Castro. Según los sobrevivientes, la estudiante agredió violentamente a los pasajeros y al conductor, desencadenando el lamentable accidente que dejó más de una decena de víctimas fatales y otra cantidad superior de heridos graves, De acuerdo a los análisis preliminares realizados a la menor, se trataría de un tipo desconocido de Rabia.

Después de aquella noche no hemos vuelto a vivir tranquilos, el terror se apoderó de nuestras vidas. Llevamos un mes con bloqueo y aislamiento. El alimento es escaso, estamos sin suministro eléctrico, y no sabemos cuánto más durará el agua. En un principio los saqueos eran la mejor forma de subsistir, pero era muy peligroso; muchos no regresaban, atrapados por el contagio o muertos por quienes poseían armas de fuego. Imagino que morir de un tiro era lo mejor.

Pronto el ejército se hizo cargo de la situación y las cosas mejoraron en algo. Distribuyeron víveres, ya no se oían tantos disparos y apresaron a los responsables de muertes arbitrarias. Sin embargo, esto duró poco. En el resto del país también se presentaron casos de la enfermedad. Era más fácil dejarnos abandonados a nuestra suerte, finalmente estábamos en una isla.

Luego de aquel día he visto cosas inenarrables. Muchas familias sucumbieron completamente por la Rabia. Era imposible saber quién incubaba este mal, pues los médicos habían huido como presagio que lo que se avecinaba. Por otro lado, nadie era capaz de abandonar a un familiar sólo por la sospecha de albergar el mal. Es así como la Rabia ha destruido familias completas. Barrios y pueblos han sucumbido a la anarquía y al terror.

Los infectados acechan principalmente por las noches atacando en hordas. Es terrible ver a personas conocidas, amigos deambulando con Rabia por las calles. Ya no es posible salir de nuestras casas. Los perros infectados atacan en jaurías a los seres humanos que intentan conseguir algo de primera necesidad, también se comen a los muertos que ya nadie puede levantar de las calles. Salir es prácticamente un suicidio.

Por la noche es casi imposible dormir por los aullidos, gritos, balazos y explosiones. Muchas casas arden por días. Espero que el fuego no llegue a nuestro vecindario. Cuando llueve se abre una ventana para intentar conseguir alimento o escapar lejos, a los bosques. Los infectados tanto humanos como animales, le temen al agua, se agrupan y ocultan bajo techo. Sin embargo, surge otro problema aún más serio. Muchos han desaparecido en manos de personas no infectadas, que los atacan por el camino buscando cosas de valor, o lo que es más horroroso: por canibalismo. Yo, personalmente, le temo más a estos últimos que a los infectados.

 De nuestros vecinos no sé nada, y estoy seguro que ellos, si es que aún viven, tampoco saben de nosotros. Es mejor no saber, es mejor esperar a que todo pase. Seguro pasará.

4 comentarios:

  1. Me encantó el ritmo del relato, por ahí se los hice leer a algunas personas y me dijeron "Ojala se hiciera película!".

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  2. Fraterno Dracon Saccis18 de mayo de 2012, 11:55

    Pero si ya está en película, se llama "28 day later"... jajaja,

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  3. Fraterno Dracon Saccis18 de mayo de 2012, 11:56

    Debo decir que me llena de orgullo tener en nuestras filas a gente como Aldo, de una versatilidad temática y a la vez de una calidad que destacan.

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