domingo, 16 de junio de 2013

CONCURSO "Los pájaros negros" de Arturo Ruíz analizado por Emiliano Navarrete y Paul Eric

ACTUALIZACIÓN:
Ya tenemos ganador. De forma unánime, el equipo de Chile del Terror ha decidido que "El Camino" de Willman Gallard" es el acreedor del ejemplar de "Los Pájaros Negros".
Un miembro de nuestro staff se comunicará contigo para coordinar la entrega.
Muchas gracias por participar y atentos a más concursos.


Ficha Técnica:

Autor: Arturo Ruíz Ortega
Novela: Los pájaros negros
Editorial: RiL editores
Año: 2010
Edición: Primera
País: Chile
Cantidad de páginas: 189
Género: Terror
Disponible sin cargos por envío acá.

Arturo Ruíz (@Anticura) nos confía su novela de terror para que sea desmenuzada por nosotros. Lo primero que resalta a la vista es el buen uso de recursos televisivos en la obra, en la estructura de las acciones de todos los personajes, con giros a veces inesperados que sorprenden al lector, puesto que entrega el dinamismo de una telenovela nocturna tipo "Ídolos" o "El laberinto de Alicia".


El verdadero protagonista de la historia es el pueblo ficticio de Calquipulli, situado -según las coordenadas entregadas por el autor- finalizando el Valle Central, posiblemente cercano a Linares, como todo pueblo pre-reforma agraria, el poder político, económico y espiritual está radicada en la familia Fernández, para ser más específico todavía, en la figura del patriarca, don Manuel Fernández, amo y señor de Calquipulli y las propiedades colindantes al cerro.

El primer capítulo es una fotografía familiar de la historia a desarrollarse, algo así como un adelanto previo al lanzamiento de una telenovela, mientras que desde el segundo capítulo hasta el final es una serie televisiva a la usanza de Columbo o a las series de crímenes previo al formato de "La ley y el orden", con algunos guiños y tributos a Edgar Allan Poe y Star Trek el autor nos sitúa en el dilema adulto del cuestionamiento al lugar de origen- Todas las personas de origen oligárquico, indígena, marcial y mestizo se cuestionan la mala fortuna de nacer en "el campo", dicho con desdén a partir de sus vidas en la urbe.

La pujanza económica y una buena relación de pareja comienza a mermar cuando Emma desea un imposible que Don Jacinto cumple a cabalidad. La novela es una revisión contemporánea a la leyenda del vampiro mestizo colonial Tué-Tué (que es homólogo al vampiro ChonChón de los mapuche), todos los involucrados al crimen, ya sea por su linaje sanguíneo como por mera curiosidad (como el detective Halt) tendrán que armar un rompecabezas, no cualquiera, sino el de sus propias vidas. Con exceso de escenas de sexo brutal, suntuosidad hasta el hastía y escenas moralmente decadentes la novela es una lección de vida, en donde, después de todos los vaivenes de la vida, la vida puede seguir adelante.


¡Participa para obtener la novela!



Es ahora cuando Chile del Terror se complace en anunciar su Primer Concurso. Como es nuestra primera experiencia no haremos nada complicado ni para ustedes ni para nosotros, por lo que quien quiera ganarse esta novela pase a leer las siguientes simples bases:

1 - Envía una experiencia terrorífica o paranormal que hayas vivido cercana al campo con un límite máximo de quinientas (500) palabras. Para participar, simplemente deja tu texto en el blog (ojo, no en los comentarios de nuestra página de Facebook). Se exigirá una mínima preocupación por el apartado ortográfico, aquellos aportes que sean imposibles de entender serán considerados precisamente por eso, mala calidad.


2 - Sólo se aceptarán textos inéditos y de su propia autoría.

3 - No se aceptarán extractos que remitan a otras obras.

4 - Puede participar cualquier persona que resida en Chile.

5 - La fecha tope de entregas será hasta el día viernes 5 de julio, sin excepciones. 

6 - El día miércoles 17 de julio se dará a conocer al único ganador de la novela por todos nuestros medios. Desde nuestras oficinas, bajo un enorme búnker de avanzada tecnología, nos comunicaremos con el afortunado.

7 - Otras dudas escríbir a paulericwriter@gmail.com

Por último, rogarles que nos ayuden a difundir por medio de nuestras redes sociales.
¡Suerte a todos!


4 comentarios:

  1. EL GOTEO

    Has estado escribiendo toda la tarde la crónica para la gaceta en donde trabajas, pero hace rato que algo molesta tu atención, un ruido como de una gota de agua al caer. Piensas que Luis no cerró bien la llave del lavamanos. Le gritas desde tu lugar que por favor, cierre la llave y sigues en lo tuyo. Han pasado diez minutos y aún persiste ese ruidito. Te levantas enojado para ir a recriminar a tu amigo. Antes, miras la hora, son las 19 pm., tiempo de comer, te dices. Recuerdas que Luis hace poco te habló desde el pasillo, dijo algo como que luego me iré a la reunión, pero tú no le respondiste concentrado en tu trabajo. Ahora es tu turno de sacarlo de sus casillas, le dirás que por centésima vez debe cerrar bien las llaves, que es muy molesto el ruido y no te deja concentrar.

    Rápido te diriges a su cuarto, sin embargo Luis no está allí. Intrigado vas hacia la cocina, la luz está prendida. Ah, piensas, de seguro que está cenando sin invitarme, cretino, come solo, claro, se come mis cosas. Entras en el cuarto, hay un emparedado sobre la mesa y una bebida. Luis, llamas, ¿en dónde te has metido?

    Pones atención pero sólo escuchas el goteo en el baño al fondo del pasillo. Entonces, vuelves a nombrarlo, Luis ¿qué haces? Sigue el goteo, con pasos firmes te diriges ahora al baño y golpeas la puerta. Luis abre, ¿no escuchas hombre? Con un impulso abres la puerta que no está cerrada y lo que ves te golpea la vista. Luis está inmóvil en la bañera con un brazo colgado del que gotea la sangre, haciendo ese sonido sobre la baldosa. Luis, gritas espantado, vas hacia él y le revisas por si aún tiene signos vitales. Exclamas alarmado, Luis ¿qué has hecho, cómo y por qué? No lo puedes creer, es imposible, tu amigo es una persona muy seria, nunca haría algo tan horrendo. Tratas de levantarlo y sacarlo de la tina. Tomas una toalla y le vendas las muñecas. Sientes el timbre de la puerta.

    Gritas, ¡ayuda por favor!, dejas a tu amigo sobre la baldosa y corres hacia la puerta. Aterrorizado y con el rostro desencajado, abres de sopetón y ¿adivina quien está allí? Pues nada menos que tu amigo Luis con la bolsa del pan. Lo miras, lo tocas, las palabras se han escapado de tus labios y estás a apunto de desmayarte. Luis te afirma y tú en un esfuerzo supremo, lo llevas hacia el baño. Entonces, piensas ¿quién diablos está allí tan parecido a Luis? Mas, cuando entran no hay nada, está todo en orden. Le cuentas a tu amigo y él se ríe, debes haberte dormido, le dice. Toman onces y luego Luis se va a su reunión. Tú te quedas frente a tu computador para continuar con tu crónica y en ese instante, comienza de nuevo, el goteo en el baño...

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  2. Melisa Aurora Sarmiento Cancin2 de julio de 2013, 0:31

    Aquello

    Vivir en Batuco es monótono, nunca pasa nada bueno...
    Mi familia vivía, en ese tiempo, en un sitio bastante grande. Teníamos la casa alfondo de este y el patio estaba cubierto de autos (culpar a mi tío mecánico de
    esto). Las noches estrelladas se agradecían infinitamente y el aire que se
    respiraba era el más puro luego de una jornada de estudio o trabajo en
    Santiago.
    Pasada las diez de la noche y, después de tomar once, nos quedamos solos en la casa con mi hermano menor que, a esa edad, tenía nueve años. Él jugaba con la consola mientras yo dibujaba escuchando música. Todo parecía tan normal, tan tranquilo.
    -¡Mely, mira!
    -¿Ah? Mi atención la tuvo después de hacerme señas con las manos. Su cara estaba pálida y el desconcierto lo había hecho perder en el juego.
    -Afuera, mira…
    Me asomé por la ventana y lentamente, como si cada segundo se quedara congelado, pude sentir mi piel erizándose poco a poco. Había algo, alguien arriba de un auto.
    Miré a mi hermano que estaba temblando y a punto de llorar, lo abracé y lentamente me agaché, como escondiéndome no sé de qué. No dijimos ni una palabra como por quince minutos. Aquello estaba parado y solo por la luz que provenía de la luna pudimos seguir observando.
    De contextura delgada, piel clara y no midiendo más de un metro y medio aquello
    nos daba la espalda. No tenía pelo, no tenía ropa… solo la luz lo vestía. Me
    pregunté dónde estaba mi perra, ella solía molestar a los vecinos con sus
    ladridos, sin embargo, esta noche todo estaba en silencio.
    -Vamos a la cama, es hora de dormir- Le dije.
    Hice el mayor esfuerzo para que mi voz le diera confianza.
    No quisimos hacer ruidos. Gateamos hasta la pieza que compartíamos y nos
    acostamos, tapándonos por completo y poniéndonos audífonos. La música podría
    calmar un poco nuestra histeria, nuestra silenciosa histeria.
    Mi hermano se durmió mientras apretaba fuertemente mi mano. Yo no pude dormir hasta que mi familia estuvo de vuelta.
    -¡Mamá! Grité mientras la abrazaba y entre sollozos le contaba lo ocurrido. Ella me escuchó, pero su cara era la de estar mirando a una loca.
    -¿Te pegaste con algo?
    -No,no que yo recuerde.
    Hizo que me mirara al espejo. Mi nariz había empezado a sangrar.
    Traté de olvidar lo ocurrido y, después de lavarme, me fui a acostar de nuevo con mi hermano. Al día siguiente ninguno habló del tema, supongo que lo habíamos vetado inconscientemente.
    ¿Qué fue lo que vimos aquella noche? Hasta el día de hoy nos preguntamos y la piel se nos vuelve a erizar. Batuco nunca fue lo mismo para nosotros desde aquel día.

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  3. Carolina trabajaba en la Municipalidad de Rauco, Región del Maule. A mi me tocaba ayudarla de vez en cuando como parte de mi práctica profesional. Cierto día nos tocó ir a la parte más apartada de aquella pequeña comuna que no es más que una calle con algunas casas circundantes.

    -Vamos a la parte más alejada de Rauco –me dijo- es importante que sepas algo. La municipalidad quiere sacar de ese lugar a una familia que siempre ha estado ahí.

    -¿Por qué? ¿Hay algún problema? –pregunté

    -Vamos a ver a “los loquitos del cerro” como los llama la gente. Son una familia que ha vivido desde hace mucho tiempo ahí. Una familia endogámica y peligrosa.
    Todos son familiares con todos. La familia está compuesta por hijos nacidos de
    relaciones entre hermanos y de padres con hijos. Se han vuelto peligrosos. Viven en la inmundicia y dicen que ha desaparecido más de una persona por ahí- “The
    Hill Have Eyes”, pensé- no bajaremos del auto –continúo diciendo- Solo miraremos en que condiciones viven y trataremos de hacer una aproximación de cuantos son.

    Para llegar hasta donde vivían “los loquitos del cerro”, era necesario avanzar por
    un camino pedregoso e inclinado, pasar caminos donde los árboles tapaban las
    luz del sol y donde la vegetación crecía sin el menor control. Muchas veces el
    camino no existía y era necesario avanzar por sobre malezas y pequeños
    arbustos. Finalmente divisamos a lo lejos algunas maderas que simulaban una
    casa.

    -Esto es todo lo que podemos acercarnos – dijo Carolina apagando el motor del auto- Cierra tu puerta con seguro y no abras la ventana. Pon atención a todo y si ves a alguien acercarse, avísame, será nuestra señal para irnos.

    Esperamos alrededor de media hora hasta que vimos salir a alguien de la casa. Una persona que caminaba encorvada, calva y de paso lento. Arrastraba a otra persona, a quien parecía faltarle un brazo. Ambos reían de manera estrepitosa. Un tercer sujeto salió de entre las tablas con lo que parecía ser un torso humano. Se sentó cerca de los otros dos y comenzaron a sacar pedazos de carne de lo que traía. Reían. Se golpeaban entre ellos y la sangre ajena corría por sus labios, los trozos de carne caían de sus bocas y sus manos se llenaban de saliva y fluidos. Y reían. Lo más importante es que reían. Se veían felices.

    En cierto momento miraron hacia donde estábamos. Carolina encendió rápidamente el auto y puso marcha atrás. En su cara se reflejaba el asco. Carolina, rubia, delgada, recibida de arquitecto, parte de la municipalidad, no soportaba ver a esos sujetos. Yo miraba a Carolina y la encontraba grotesca. Las risas de “los loquitos del cerro” resonaban aún en mi cabeza, y su felicidad no me podía parecer más verdadera.

    -Detén el auto –le dije- tengo que bajar.

    -Estás loco? –Su expresión de reproche de niña bien me parecía terrible.

    -Creo que ustedes lo están –dije bajando del auto y alejándome para siempre.

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  4. "El Camino"

    Era una noche oscura, hace ya varios años, en mi época de
    Universitario, caminaba por la única calle que da a mi hogar, en aquellos años,
    de una sola vía de tierra, escasa iluminación, absolutamente silente y
    solitaria a esas horas, flanqueada por una industria y por la vieja Maestranza
    de San Bernardo, luego, por zarzamoras y pastizales que acompañaban todo mi
    paso, hoy consumida su tranquilidad por
    el aumento demográfico; en la época de mis abuelos, tierras de cultivos, llenas
    de historias de oscuros pactos y sombrías alucinaciones, típicas de la gente de
    campo, sucedidas otrora en el mismo
    lugar por el que yo pasaba, para mí, solo eran historias, aun que, en el fondo
    de mi albergaba cierto recelo al sombrío camino que yacía delante.

    Sin tiempo de reparar en estas historias, las de la típica aparición del gran
    Perro negro de ojos como fuego, el recuerdo de mi Padre sobre la antigua casona
    que en su esquina se erguía majestuosa o en esa tácita aura agobiante. Rondaba
    ya la media noche, emprendí camino, al paso más veloz que pude, a no mucho
    andar, diviso a lo lejos, lo que pensé era una cabeza completamente negra asomándose
    detrás de un poste de cableado eléctrico, escasamente iluminado, dude un
    segundo, pero cuando vi a esa borrosa figura mostrarse, como mirándome una
    segunda ocasión, aun que, no logré ver sus ojos así lo pude sentir, no lo pensé
    dos veces, empuñe las manos temiendo un asalto, aminore el paso, mi corazón latía
    ferozmente, como preparándose a la pelea que vendría, los últimos 10 metros se
    hicieron eternos, apreté aun mas los puños, el silencio era tal que sentía cada
    latido del corazón en mi pecho, cada paso me acercaba mas a él, cada segundo
    era una eterna marcha, ya paralelo a ese poste, ese maldito poste, miré
    buscando a mi ficticio y oculto atacante entre las tenues sombras de la noche
    sin luna y la anaranjada luz de los focos aledaños, pero… no era un perro, ni
    un bulto, ni mucho menos una persona, ni nada que justificara mis miedos, mi
    mente no daba crédito, ahogó mi grito la impresión de lo que vi, o más bien de
    lo que no vi, porque en vez de un furtivo ser, solo estaba la solitaria sombra
    del poste, fue ahí, cuando me di cuenta de que era la única persona en cien
    metros a la redonda, toda esa adrenalina se transformo en un sudor frio, toda
    mi valentía en un terror que carcomía mi ser, como no había sentido en mi vida,
    mi mente era un cumulo de emociones, por inercia llegue a mi casa, no mencione
    a nadie mi experiencia, aun estupefacto, me fui a dormir, esperando, con ello,
    olvidar lo sucedido…

    Aun hoy día, sigo tratando de darle una respuesta racional, pero no puedo
    evitar recordar las viejas historias sobre aquella calle, las apariciones y el
    antiguo dueño de estas tierras (G. de la H.) y su impío trato.

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