viernes, 23 de mayo de 2014

"Sueños Lovecraftianos" por Pablo Espinoza Bardi













Ilustración por Alex Olivares







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Sentí el gozo triunfal e incontenible de moverme libremente en el agua,
hacia una meta que vislumbraba vagamente.
(El Sello de R’lyeh, August Derleth)

Me es difícil saber a ciencia cierta dónde me encuentro, todo me es ambiguo. Sólo tengo recuerdos vagos de una vida aparentemente inventada e ilusoria. Quizá sea el producto de un mal sueño, de los que son muy difíciles de despertar. Pero mi mente trae constantemente recuerdos repetitivos, de esos que te los llegas a creer y, sin embargo, resultan totalmente contradictorios a la hora de emitir un juicio o una respuesta sensata.
¿Otras vidas? Posiblemente.
El sueño involucionado comienza en una pequeña biblioteca, en la que me instruí en un primigenio-terror-fusionado tras ásperas y polvorientas páginas. Sin saber, me había iniciado en lo oculto y hermético, y en la literatura al mismo tiempo. En aquellas protervas lecturas envueltas en pasión epiléptica vi un libro que llamó mi atención… se trataba de un cuento de terror, de esos de nombre extraño. Su nombre; “La llamada de Cthulhu”. Pero más extraño aún y como un punzante dèjá vu, me resultaba el nombre de aquel demencial escritor: H.P Lovecraft.
Las reiteradas pesadillas relacionadas con el mar y con criaturas de aspecto octopoide y reptiloide fueron el producto del terror que absorbí en aquellas noches de lectura, bajo la inquieta luz inquisidora de una vela y el humeante aroma del incienso. Estas llenaron contradictoriamente mis mundos y dimensiones de un amor a modo de ritual, hacia lo macabro, grotesco, insano y lóbrego. Después de La llamada de Cthulhu, vinieron muchos más… todos del malsano escritor de Providence. Ya era hora. El momento esperado llegaba finalmente. Las esporas alucinógenas que traen los vientos estelares desde Yuggoth habían penetrado en mi cerebro, mostrando los placeres de una mente alterada y cósmicamente narcotizada… entonces, comencé a escribir mis propios relatos.
Pero luego, al despertar me encuentro solo y rodeado de una oscuridad que sodomiza mis sentidos. La sensación acuosa, gélida y viscosa que se cierne en mi piel al momento de despertar es sumamente desagradable, pero al rato, se hace tolerable… como si siempre hubiese estado allí. 

Las pesadillas dentro de mi sueño siempre han estado relacionadas con el mar. El mar todo lo corrompe y lo pudre. El mar es fétido y concentra monstruosidades que habitan en tinieblas de abismos salinos. Pero ¿por qué? ¿Por qué se hace tan repetitivo aquel sueño de una vida imaginada e irreal? Al parecer nunca lo sabré. Como nunca sabré por qué motivo al despertar de aquellos múltiples sueños la aversión al mar me parece lejana y además, todo a mí alrededor se vuelve inexacto y voy olvidando todo lo que acabo de soñar, mientras emerjo de las profundidades rodeadas de pilares y estructuras cubiertas de sargazos y corales, impulsado por mis manos membranosas hacia el libre verde azulado para encontrarme de cara al cálido sol, enfrentando así, los atisbos mentales de lo que alguna vez fue… otra vida.

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