Ilustración por Alex Olivares
.
Sentí el gozo triunfal e incontenible de moverme
libremente en el agua,
hacia una meta que vislumbraba vagamente.
(El Sello de R’lyeh, August Derleth)
Me es difícil saber a ciencia cierta dónde me
encuentro, todo me es ambiguo. Sólo tengo recuerdos vagos de una vida
aparentemente inventada e ilusoria. Quizá sea el producto de un mal sueño, de los
que son muy difíciles de despertar. Pero mi mente trae constantemente recuerdos
repetitivos, de esos que te los llegas a creer y, sin embargo, resultan
totalmente contradictorios a la hora de emitir un juicio o una respuesta
sensata.
¿Otras vidas? Posiblemente.
El sueño involucionado comienza en una pequeña
biblioteca, en la que me instruí en un primigenio-terror-fusionado tras ásperas
y polvorientas páginas. Sin saber, me había iniciado en lo oculto y hermético,
y en la literatura al mismo tiempo. En aquellas protervas lecturas envueltas en
pasión epiléptica vi un libro que llamó mi atención… se trataba de un cuento de
terror, de esos de nombre extraño. Su nombre; “La llamada de Cthulhu”. Pero más
extraño aún y como un punzante dèjá vu, me resultaba el nombre de aquel demencial escritor: H.P Lovecraft.
Las reiteradas pesadillas relacionadas con el mar y
con criaturas de aspecto octopoide y reptiloide fueron el producto del terror
que absorbí en aquellas noches de lectura, bajo la inquieta luz inquisidora de
una vela y el humeante aroma del incienso. Estas llenaron contradictoriamente
mis mundos y dimensiones de un amor a modo de ritual, hacia lo macabro,
grotesco, insano y lóbrego. Después de La
llamada de Cthulhu, vinieron muchos más… todos del malsano escritor de
Providence. Ya era hora. El momento esperado llegaba finalmente. Las esporas
alucinógenas que traen los vientos estelares desde Yuggoth habían penetrado en mi cerebro, mostrando los placeres de
una mente alterada y cósmicamente narcotizada… entonces, comencé a escribir mis
propios relatos.
Pero luego, al despertar me encuentro solo y
rodeado de una oscuridad que sodomiza mis sentidos. La sensación acuosa, gélida
y viscosa que se cierne en mi piel al momento de despertar es sumamente
desagradable, pero al rato, se hace tolerable… como si siempre hubiese estado
allí.
Las pesadillas dentro de mi sueño siempre han
estado relacionadas con el mar. El mar todo lo corrompe y lo pudre. El mar es fétido
y concentra monstruosidades que habitan en tinieblas de abismos salinos. Pero
¿por qué? ¿Por qué se hace tan repetitivo aquel sueño de una vida imaginada e
irreal? Al parecer nunca lo sabré. Como nunca sabré por qué motivo al despertar
de aquellos múltiples sueños la aversión al mar me parece lejana y además, todo
a mí alrededor se vuelve inexacto y voy olvidando todo lo que acabo de soñar,
mientras emerjo de las profundidades rodeadas de pilares y estructuras cubiertas
de sargazos y corales, impulsado por mis manos membranosas hacia el libre verde
azulado para encontrarme de cara al cálido sol, enfrentando así, los atisbos
mentales de lo que alguna vez fue… otra vida.
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